viernes, 9 de octubre de 2009

Mis conexiones sinápticas están saturadas.

Como ando dos o tres días que apenas avanzo en la elaboración y escritura de mi Tesis de Máster, voy a desahogarme un poco por aquí, ahora que nadie me ve. El caso es que los espacios intersinápticos de mi tejido cerebral deben de estar saturados de neurotransmisores (he buscado nombres de neurotransmisores en la wikipedia, pero no voy a ser tan Friki como para ponerlos, aunque ya lo he sido para buscarlos). Últimamente me dedico a pensar, divagar, recordar, imaginar y no sé cuantas más acciones que se pueden hacer en diferentes posiciones: sentado en una silla, tirado en el sofá, tumbado en la cama o incluso andando por las calles de Granada. De hecho creo que tengo síntomas preocupantes, entre otras cosas que no recuerdo, he soñado las siguientes barbaridades:
  • que una avión se estrellaba en Torrejón de Ardoz,realmente primero perdía un depósito o motor que caía como una bomba y luego el resto del avión
  • que un mono moribundo era alimentado por otro con frutas
  • que me iba con un mini-coche por Guadalajara, veía un tren de Cercanías, y acababa en un castillo con mi mini-coche (que por cierto era verde). Estos tres primeros puntos en una misma noche.
  • y creo haber soñado que mi vecina se quejaba por el ruido (eso me suena a policía llamando a la puerta de casa)
En cuanto a en qué pienso, pienso en demasiadas cosas, en el pasado, en el presente, en el futuro... y porque no hay más tiempos, que si no yo creo que también pensaría en ellos (el tiempo de las noticias es otro tipo de tiempo, con sus vientos, nubes y tal). En el pasado pienso porque realmente se repite la misma historia por tercera vez. Yo en un nuevo sitio, con un proyecto nuevo, una nueva casa, un nuevo ambiente... La primera vez fue en México, donde no me dí cuenta a lo que realmente me enfrentaba hasta que empecé a caminar sólo por los pasillos del aeropuerto de Barajas, dejando atrás a mis padres y mi hermano Juan (que fueron los que me llevaron al aeropuerto). También me dí cuenta cuando tuve que pasar mi primera noche en México tirado en el aeropuerto, esperando al siguiente vuelo, con un fajote de billetes en el calcetín, cuando al llegar a Manzanillo dependía de la dudosa profesionalidad del taxista (que tuvo que preguntar a tres personas diferentes para dar con la dirección) para llegar a la casa de 3 españolas que no conocía de nada pero que me iban a alojar unos días, cuando al ir en el taxi me estaba afixiando de calor, sudando, cuando ví cruzar un pájaro y no tenía ni la menor idea de qué era, cuando el hablar de la gente me resultaba extraño y no entendía nada... pero al cabo de unos días, o creo que semanas, yo ya empecé a ubicarme, a sentirme bien, como pez en el agua. En esa ocasión me llevó un mes encontrar alojamiento, pero en 2 semanas ya tenía confianza con la gente e incluso me alojé casi 10 días en la casa de Santiago y Noemí (dos compañeros de clase). Uf, aquí he hecho un parón de escritura para buscar y seleccionar fotos:

Yo, Santiago, Noemí y Alex, en lo alto del Volcán más joven de la Tierra.

Javi, visitándome, y yo. Con unas chelas de por medio.

Una de las numerosas fiestas que viví en mis últimos días (antes de lesionarme).

Erica, Paola y Gaby. Las de los lados compartían piso conmigo. Paola venía mucho a verme a casa (cuando yo ya estaba lesionado).

Mis últimos días en México fueron muy duros. Por imbécil me autolesioné y me fracturé la pierna. Pero decidí aguantar allí porque quería aprovechar para estar con la gente de allí lo máximo posible. Y cómo más tarde me ocurrió en Cádiz, en los últimos días conocí a gente con la que me hubiera gustado tratar más y también empecé a ver cosas que no me gustaban, a tener sensaciones que me hacían tener ganas de regresar a Madrid.
También pienso en mis primeros días por Cádiz, cuando el hecho de estar en clase me hacía feliz, el hecho de que al principio, sin conocernos, la gente de clase te ayudara en lo que necesitaras, también me reconfortaba. Muchas veces pienso en las cosas que se volvieron cotidianas en Cádiz: los aplausos y medio (al principio no gozaban de mucha aceptación, pero van teniendo más adeptos, aunque los cabecillas anden en la Línea, Cádiz y Granada, me hace mucha gracia ver a Alberto golpeando su cabeza con cualquier cosa para hacer un aplauso y medio), las partidas de Catán en el césped, las pizzas realizadas por nosotros mismos (todavía nos las tenemos que tirar a la cara, Mercedes), el hábito de ir cualquier día a cualquier casa a tomar unas cervezas, cenar y charlar... a veces me viene a la cabeza las conversaciones que teníamos nosotros mismos recoradando nuestras primeras conversaciones y días por Cádiz. También me vienen muchísimos otros recuerdos, pero no quiero alargar esto mucho. Mis últimos días en Cádiz también se me hicieron duros. Estuve un mes sin casa, yendo de casa en casa, sé que muchos pensaréis que eso no es problema, que siempre tengo la casa de Helena, Mercedes, Daniel, Carlost, Chus... y alguna más, pero es difícil. Sobretodo cuando sales de la facultad, y si no vas con alguien (normalmente con tu hospedador) no sabes a donde ir, qué hacer. A este hecho se unió también que toda la gente de mi alrededor tenía sus problemillas, sus asuntos personales, sus cosas que les hacía estar preocupados, infelices... no sé, el ambiente era extraño. Y además, también se le unió que mi madre se puso mala, estuvo yendo al hospital cada dos por tres, y al final se me unió todo un poco, me preocupé, me sentía extraño, no tenía casa, en el laboratorio yo ya no me sentía parte de él, yo tenía la mente en Granada, en mi futuro trabajo... vamos, que entre que me sentía un poco fuera de lugar, las cosas estaban un poco raras y mi madre fue hospitalizada y casi operada de urgencia, yo ya no aguanté más, y me fui. Tengo la sensación de que al hecho ya de por si algo traumático de cambiar de vida de nuevo (siempre son duros los comienzos) se le adhesionó el tener a tu madre enferma y de que las cosas no iban muy bien para nadie a tu alrededor, lo cual hizo más dura la salida. No sé cómo decirlo, pero tengo la sensación de haberme ido de Cádiz con un mal sabor, aunque me lo haya pasado en grande durante meses, este último mes me ha dejado un poco... no sé cómo decirlo, quizá triste.
Y ahora estoy en Granada, pensando en el presente, en que tengo que escribir la tesis pero no saco fuerzas para ello, en que tengo que ir aprendiendo cosas de mi nuevo trabajo para poder ir avanzando en mi labor, en cómo quiero tener la casa... También pienso en cosas futuras, en qué cosas me gustaría comprarme (ahora que soy capitalista): ¿una tele? ¿o una pantalla de ordenador?, ¿una bicicleta?, ¿una moto?, ¿un coche?, ¿una furgo?, ¿una videoconsola?, ¿un saco de boxeo?... También me he planteado correr todos los días, prepararme para la San Silvestre, e incluso para una media maratón (y si me veo con fuerzas, no me importaría correr una maratón). También me gustaría pintar, pintar muchas obras pendientes, y muchas que tengo en mente, y muchas que me surgirán.

Pues eso, en resumen, que ando en una fase de transición. Necesito ir terminando la tesis (me tiene algo estresado, aunque no la avance mucho), entablar amistades por mi nueva ciudad y empezar a disfrutar realmente de estar en Granada. Antes de venir sabía que esto iba a ser así. Ya la experiencia me dice que los primeros días son difíciles, que por muchos ánimos que te de la gente (lo cual agradezco enormemente), tu estás ahí, solo, cambiando totalmente de vida, con nuevos compañeros de trabajo (con los cuales por ahora me llevo bien, y creo que me llevaré bien), en un nuevo lugar, y además con varias preocupaciones en mente (para mí las más importantes son la operación de mi madre y la Tesis de Máster). Además, aunque no os lo creáis, yo soy un poco reservado y tímido al principio, como que no quiero meterme donde no me llaman, no quiero interrumpir el fluir de la vida de los demás; pero al final acabo integrándome, cometen el error de querer conocerme, ¡¡¡y vamos que si me conocen!!!, ¡¡¡se hartan de mí!!!. Sé que en unos días, cuando las cosas vayan asentándose, cuando las preocupaciones desaparezcan, cuando la confianza haga acto de presencia, todo irá a mejor, pero hasta entonces mantendré la compostura. Ahora me iré a dormir, a descansar, y mañana, si todo va bien, me levantaré con nuevas energías, y empezaré a ir finiquitando la Tesis, a plantearme más o menos qué es lo que quiero o necesito a corto plazo (tengo en mente convencer a uno de mi trabajo para ir a bucear, y también darme una paseo en parapente por Granada, entre otras cosas), a ponerme algunas metas que ir cumpliendo (o intentando cumplir, como diría mi padre) y a tirar para adelante. Y también, como me han aconsejado hace poco, las cosas que tengo en mente las escribiré en un papel para dejarme la cabeza más despejada.

He creído conveniente escribir esto, y espero que os sirva también de ayuda; porque, como hace poco le dije a alguien, ojalá fuera yo el que estuviera en peor situación. Muchas gracias por su atención.


1 comentario:

rodrigo, tu padre dijo...

A pesar de ser reiterativo me ratificio en lo que te dije hace algunas entradas, marcate intentos, pocos y que sean faciles de realizar.

En cuanto a la operación de mamá, tranquilo que lo tengo todo más o menos controlado, es por defecto profesional, y saldrá adelante aunque tardará en recuperarse, ya lo tiene ella asumido.

En cuanto a la tesis distribuyela en pequeñas partes y cada día intenta hacer una.

En relación a lo de Méjico y Cadíz, las cosas no se pueden alterar pero si sacar experiencias, yo también lo pase a veces mal cuando estuve en Pamplona, sentía la soledad en el trabajo y en el descanso, pasear solo sin rumbo y sin prias, pero todo tiene su recompensa.

Aprende bien a parapentear, y disfrutalo al igual que el buceo.

Por la casa aguanta un poco y en cuanto mamá este en condiciones estamos adecentandolá.

Un beso.