martes, 28 de septiembre de 2010

VACIONES EN MÉXICO. 3ª PARTE: GUANAJUATO.

...decidí encaminarme hacia el pueblo, porque pensé (sí, a veces lo hago, más de lo que debiera) que a lo mejor se tardaba algo en llegar al pueblo de Guanajuato desde la estación de autobuses. Y acerté. Algo más de media hora tardé en llegar, ya que Guanajuato, ciudad hermanada con Alcalá de Henares, se encuentra en un valle donde una de las pocas vías de entrada son túneles que atraviesan la montaña. Tras llegar al pueblo me dí un breve paseo, mochilas a la espalda y pecho, buscando la que iba a ser mi morada durante esa noche logré dar con ella. Y tras instalarme, es decir, dejar las cosas por ahi tiradas y coger lo esencial, fui en busca del que iba a ser mi compañero de aventuras durante al menos ese día. Ignacio Izquierdo. Resulta extraño porque es una persona a la que conozco desde hace mucho pero con la cual nunca he convivido. Algo similar me pasó hace 3 años cuando me vino a visitar a México mi amigo Javi, al cual conozco desde que teníamos 4 años, con el cual hablo desde que teníamos 6 o 7, y con el que creo que nunca hasta entonces había convivido durante varios días bajo el mismo techo. He de decir, indicar, señalar y reseñalar que Ignacio está inmerso en el que será una de las mayores aventuras, si no la mayor de su vida, está viajando alrededor del mundo, lleva ya desde mayo del pasado año fuera de España, lo cual a mi entender es algo increíble y muy meritorio. Y más si además nos regala infinidad de increíbles fotos y vivencias a través de su blog: http://www.ignacioizquierdo.com/blog/. Bueno, tras esta breve introducción prosigo con lo mío. En el hospedaje donde me quedé disponía de una terraza en la cual había refrigerador (frigorífico), microondas, fregadero y demás enseres para poder autosastifacer las demandas alimentarias que uno sufra. Y además de eso... unas vistas impresionantes. Lástima que al final no pude disfrutar de tales instalaciones, pero ya sé donde quedarme si en el futuro vuelvo a caer por esta hermosa ciudad.

Las vistas desde la terraza del hostal (Casa... no me acuerdo, pero viene en las guías de viajes)

Además, el dueño del hostal, que vivía allí, me dió un mapa de la ciudad y me explicó qué visitar, dónde comer y cómo y cuánto tardaría en llegar a la estación de autobuses (y me insistió en que fuera a ver la terraza). Tras todo esto contacté vía celular con Ignacio, desayune un poco y me fui al punto de encuentro, donde estuve esperando leyendo ese libro que me compré en Madrid por sólo 20 céntimos de euro y que sería mi entretenimiento en los ratos de descanso o inactividad (hasta que me lo acabé, y tuve que comprar otro más grande por 35 pesos, pero eso fue mucho después). El caso es que mientras esperaba, pensé en el riesgo que corría porque Ignacio llevaba en Guanajuato desde el día de antes, y como yo me iba a adaptar a su plan, podía quedarme sin ver algunos de los sitios más interesantes del lugar. Pero poco después, tras encontrarnos, saludarnos y ponernos al día de unas cosas y otras en un café, me confesó que el día de antes estaba todo cerrado, y que se dedicó a pasear por las calles cámara en mano y haciendo fotos. Ahora mismo no os puedo enlazar su entrada con estas fotos porque no la ha publicado todavía, pero seré frío y calculador y hasta que el no publique yo tampoco lo haré, y así pongo su enlace al final de esta entrada. Juah juah juah!!!.
Y café en mano en su mano y jugo de naranja en el mío, se fraguó nuestro plan de ataque para conocer la ciudad. Primero fuimos al teatro donde habíamos quedado, donde aparte que el teatro en sí no había mucho más que ver. Menos mal que me esforcé un poco y saqué una buena foto. ¿No?. Bueno, las luces quedan un poco estridentes, pero... no se puede hacer más.

El Teatro Juárez.

Después del Teatro Juárez fuimos en busca del Museo Iconográfico del Quijote, porque para los no cultos, os informo que el Quijote fue escrito por Miguel de Cervantes y Miguel de Cervantes nació en Alcalá de Henares (Madrid, España), ciudad vecina de Torrejón de Ardoz de donde soy natural; y como Guanajuato está hermanada con Alcalá de Henares pues es imprescindible que haya un museo dedicado al personaje literario más famoso salido de Alcalá de Henares, España e Iberoamérica. La verdad que lo que me gustó del museo es que mostraba numerosas interpretaciones realizadas por sendos artistas tanto pictóricos como escultóricos de Don Quijote y Sancho Panza. Yo llegué a pensar en cómo sería mi versión, y básicamente con una una linea vertical y un círculo la tenía hecha, pero seguro que alguien la ha pensado antes que yo, y sino ya tiene la ocasión de copiarme, pero hay que contextualizar la obra para que adquiera sentido (con esta frase hasta parezco inteligente). Como muestra de que a veces nos abandona la inteligencia, tras andar un poco por Guanajuato estuvimos mirando el mapa para encontrar el citado museo y tras mucho meditar nos dimos cuenta que lo teníamos enfrente. ¡Vaya dos!.
Y cómo no recuerdo con exactitud el orden de los acontecimientos de es día, citaré más o menos lo que nos ocurrió. Estuvimos paseando por el centro de la ciudad, visitando el "Callejón del Beso", donde una pareja similar a Romeo y Julieta vivían separados por motivos sociales pero él se fue a vivir enfrente de ella en un callejón donde asomándose un poco se podía dar un beso. Ignacio me tomó una foto emulando ese momento mientras gente de la calle me miraba extrañada debido a mi pose y comportamiento, pero esa foto no está todavía en mi poder. Lo siento. También estuvimos visitando el mercado y algunas tiendas de artesanías de la zona. Os dejo unas cuantas fotos:

Puesto donde se vende chile seco. Os aseguro que a parte de la fulana (que no significa lo mismo que aquí en España) de la izquierda existe otro vendedor oculto en la foto. ¿Lo ven?

Admiro a los electricistas de México, y esto no es de lo peor que he visto.

Esta es una porción de un cuadro hecho con abalorios, incluso llegué a ver la cabeza de un puma del tamaño de una fuente para ensaladas hecho con esta técnica. Impresionante la paciencia y horas echadas.

Después estuvimos comiendo molcajete con una amiga de Ignacio, y cuando digo molcajete me refiero a una piedra volcánica con forma de almirez gigante donde se sirve carne y verduras con dicha piedra todavía caliente. Riquísimo. Para más información PINCHAR AQUÍ (y para disfrutar de muchas más fotos). Después de comer, con el sopor de un estómago repleto de comida, el cansancio de haber estado pateando y el de estar en pie casi desde las cinco de la mañana, decidimos hacer lo más agradable que se puede hacer recién comido: ver las famosas momias de Guanajuato. Éstas tienen una antiguedad de pocos cientos de años, y se conservan tan bien porque fueron cuerpos que nadie reclamaba y se quedaron por años y siglos en una sala de un convento o abadía o algo así secándose cuán jamón cinco jotas. Por lo menos en la actualidad las exponen con sus mamparas de cristal para separarlas de los visitantes, pero hasta hace no muchos años estaban flanqueando un pasillo por el cual uno podía pasar, tocarlas, robarle la ropa o quitarle trozos de cuerpo, de ahí que cambiaran a la disposición actual. No sé si decir afortunada o desgraciadamente no se puede hacer fotos dentro, ya que tienes un guardaespaldas que vela por los derechos de imagen de las momias, pero os aseguro que no resulta muy agradable verlas ahí, hipersecas y frágiles. Las mujeres con los pechos caidos y vacíos, como dos globos desinflados. Algunos con (buah!,argh!, me dan arcadas sólo de pensarlo) sus vellos púbicos, la mayoría con la boca abierta de forma grotesca, muchos con restos de ropa y enseres... pero lo peor de todo fue ver a una embarazada y su feto fuera y a una rista de bebés que poco después de morir eran fotografiados (típica foto de estudio) en brazos de sus madres. Y tras este momento... macabro a la par que interasente, algo de aire venía bien.

Vista desde un poco más arriba del museo de las momias. A la derecha Ignacio en acción.

Después de respirar un poco de aire fresco, otra vez nos sumergimos en lo más profundo y oscuro del ser humano: una mina de oro y plata. Para ser más concretos, la entrada de una mina, los primeros 20 metros de unos 500 y algo que tiene la mina. El ambiente dentro de la mina... momentos de calor, momentos de frío, mucha humedad, falta de aire, falta de luz (porque se fue y el guía era el único que alumbraba, y no eficientemente, el camino) y mucha fatiga, sólo fueron 20 metros pero subir los empinados escalones en tales condiciones te dejaba en el chasis, ¡¡¡y eso que no veníamos de trabajar!!!

La entrada de la mina, y nuestra única fuente de luz.

Y como ya empezaba a anochecer, nos fuimos a un mirador para aprovechar la amplia gama de luces que transcurre en ese breve espacio de tiempo que es el atardecer-anochecer para hacer fotos de la ciudad.
Vista de la Catedral cuando anochece. Tengo material (en RAW) para intentar montar una panorámica nocturna, pero no tengo ahora tiempo ni inspiración. Algún día la haré.

Ya al caer la noche, tras un día muy intenso, mis capacidades psicomotrices alcanzaron el umbral basal y decidí huir hacia mis aposentos, dejando a Ignacio en manos de mexicanos ansiosos de chelas y micheladas.
Al mañana siguiente, miércoles primero de mes, nos dirigimos hacia San Miguel de Allende, ciudad Patrimonio de la Humanidad. Es una ciudad más ordenada arquitectónicamente hablando y menos colorida que Guanajuato, pero tenía su encanto, ya que se considera una ciudad con un ambiente típico mexicano. Y básicamente, lo que había que visitar no eran más que iglesias, catedrales y el históricamente importantísimo Santuario de Atotonilco. Y como esto se me esta entrada se me está alargando preocupantemente mucho, os dejo una serie de fotos.

Ignacio, en una de sus mejores poses.

Mis piernas, una de ellas algo resentida de tanto patear. Pero uno no se rinde tan fácilmente.

Velas, paz, tranquilidad, devoción, perdón.

El Santuario de Atotonilco, por fuera...

... y por dentro, repleto de pinturas por toda porción de pared.

Vista de la zona centro.

Mexicanos preparándose para las fiesta patria, intentado poner una bandera en el frontal del camión ¿justo en el radiador?, ¿en la entrada de aire?.

Hago un inciso para señalar la suerte que me acompaña habitualmente, porque en su momento yo reservé los vuelos del viaje simplemente basándome en los más económicos dentro de unas fechas más o menos predeterminadas. Pues resulta que sin querer me lo había planteado muy bien, porque el día 15 era el día de la Independencia de México (bicentenario) y de la Revolución (Centenario), lo que viene a ser la fiesta más grande, y más en el DF. Y justo al día siguiente tenía mi vuelo de regreso que partía el 16 (jueves) y llegaba a Madrid el 17: ¡¡¡el cumpleaños de mi madre!!!. Si es que, hasta sin querer salen las cosas muy bien.

Mexicanos típicos.

¡¡¡Tacos, gorditas, quesadillas...!!!

Cae la noche en San Miguel Allende.

Foto artística. Un componente de una de las numerosas bandas de mariachis que van tomando la plaza del centro con la nocturnidad.

Y cayó la noche.

Y bueno, esa noche fue cuando me saturé de tacos y padecí los efectos del exceso de picante, dando lugar a ESTE RELATO. La verdad es que no sé cómo no me llamaron la atención en el hospedaje donde estuvimos, porque mis continuas idas al baño generaban ruidos no muy agradables, e incluso en el baño de abajo la cosa resonaba más, ya que su forma encajada bajo las escaleras hacía amplificar los sonidos que... ya sabéis. La verdad es que Ignacio se rió mucho a mi costa, se le caía la lagrimita y todo. También esa noche me percaté del enorme esfuerzo y dedicación que emplea para mantener vivo su blog, ya que tarda un montón en seleccionar pocas decenas de fotos de entre el centenar de fotos que hace ¡cada día!, y aún más tarda en subir sus fotos (en tratarlas tiene una soltura que me dejó alucinado, pero supongo que la necesidad le hace a uno más hábil). Me llegó a contar que en el sudeste asiático se podía tirar perfectamente 3 horas para subir las fotos, pero ahí le tenemos, subiendo y actualizando su blog a toda costa y luchando a capa y espada contra todos los contratiempos que le puedan surgir. (AQUÍ es donde habla de Guanajuato y la historia de México, interantísimo). Como a la madrugada siguiente nuestros caminos se separaban, ya nos despedimos teniendo en cuenta que nos volveríamos a ver por tierras españolas, dentro de al menos un mes.
Bueno, y como ha quedado patente, si se es buen observador, uno se percatará de que Guanajuato me gustó más que San Miguel Allende, lo cual no quiere decir que éste me disgustara. Supongo que el colorido, el desorden urbanístico y la mayor oferta cultural y de espacios a visitar hace más atractiva Guanajuato.
Para terminar, dejo una foto que dedico a Ignacio, iba a hacer un esfuerzo creativo para pondré un título de esos poéticos cargado de significado, pero pensándolo mejor no lo estropearé con palabras, dejaré la foto, y un enlace para que lo disfrutéis.


"Crónicas de una Cámara"

domingo, 26 de septiembre de 2010

VACIONES EN MÉXICO. 2ª PARTE: MÉXICO D.F.

La puerta se abre, doy un paso, y otro, y otro más. Miro alrededor. Mi angustia crece, no reconozco a nadie, incluso temo no reconocer a mis anfitrionas. Mi rostro refleja tristeza, producto del cansancio, hambre y la angustia de encontrarme solo. De repente, detrás de una persona, aparece un rostro angelical, sonriendo, ¿o riéndose de mí?, era Paola, ¡menos mal!. Mi rostro cambia y ahora sonrío, y me acerco a ella para saludarla como se hace en México: chocas la mano, das dos saltos con los pies juntos, giras 90º a la derecha y luego otros 90º a la izquierda y le das un beso en cada mejilla, otro en la frente y uno en cada mano. ¡¡¡NO!!!. Es broma, en México sólo se da un beso para saludar a alguien, en la mejilla si no es tu pareja y donde quieras si sí lo es. En mi caso fue en la mejilla. (NOTA: a los no españoles que lean esto, en España se dan dos besos para saludar). Todo esto de lo de que salí triste pero luego me alegré al ver a Paola no cuento porque a ella le encanta contar esa historia, diciendo que salía yo con una cara muy triste y cuando ella se asoma me cambia totalmente. Creo que lo hizo a posta para reírse un poco de mí (cosa que hace muy habitualmente).
Pues tras cambiar mis euros (no todos) a pesos y dejar mi equipaje en el departamento de Paola fuimos a cenar. ¿Y qué me apetecía cenar?. TACOS. Tacos de la calle. En México no conciben la idea de que existan lugares donde no hayan puestos callejeros de tacos, pero hay muchísimos países donde no los tienen. O mejor dicho, México es el único o de los pocos que los tienen. Así que allá fuimos, en mitad de la noche, donde la oscuridad y el silencio sólo era interrumpido por un gran ajetreo y barullo que se formaba en torno a un puesto de tacos. Lo que más me gusta de estos sitios, a parte de la comida, es el ambiente jovial y distendido que se respira. Los jóvenes cocineros no hacen más que reir y meterse amistosamente con un señor algo mayor que se encarga de despachar las bebidas y de mantenerlas frías en una cubeta con bloques de hielo. La gente come tacos, plato en mano y de pie. Además, cuando fui a pagar el cobrador empezó a simular que toreaba al señor de los refrescos porque otro chaval le estaba poniendo los cuernos. Estos mexicanos están locos.
Tras una noche de no dormir muy bien, a la mañana siguiente fuimos a ver las trajineras de Xochimilco, que vienen a ser como las góndolas venecianas pero en mitad de una zona seminatural al sur de México D.F., con capacidad para unas 20 personas, las cuales disponen de 20 sillas y una gran mesa donde pueden comer, beber o hacer lo que quieran. Yo desconocía totalmente de la existencia de estas trajineras, por lo que visitarlas y montarme en una de ellas fue una grata sorpresa para mí. Además, en los aledaños del canal por el que van hay algún que otro negocio: florísterías, sitios para comer e incluso una tienda de abarrotes (similar a las tiendas de "los chinos" españolas) en la cual vendían souvenirs e incluso ajolotes. ¿Y qué son los ajolotes?. Pues según me contó el amable trajinero (señor que lleva la trajinera) son unos anfibios que sólo viven en esas aguas de los canales y lagunas de Xochimilco y que se caracterizan porque son capaces de regenerar sus extremidades. Me resulta chocante que siendo una especie endémica se comercialice, o más que chocante... sospechoso. También te puedes encontrar puestos ambulantes, es decir, trajineras con bandas de mariachis que cobran seguro que más de 100 pesos por canción (yo no lo llegué a comprobar a pesar de su insistencia), trajineras con vendedores de flores, de maiz asado (elote para los mexicanos) y no sé cuantas cosas más.

La venta ambulante de Xochimilco.

Sí, como se aprecia en la imagen, estas trajineras se mueven con un palo de madera largo, grueso y pesado; y puedo asegurar que es muy cansado de llevar, por lo menos para alguien sin práctica, como es mi caso (la foto que me tomaron pilotando una trajinera no la tengo todavía en mi poder, pero cuando la tenga a lo mejor la muestro). Hay gente que para salir de su casa, ya sea para ir a trabajar, hacer la compra o incluso ir a la escuela, tienen que utilizar estas trajineras, son como sus coches, pero más respetuosos con el medio ambiente, tanto a la hora de construirlas como a la de utilizarlas. Interesante... se puede hacer caprichoso el poder decir que tienes que ir en barca a trabajar.

Un palo grueso, largo y pesado. Esa es toda la tracción necesaria.

Después de esto estuvimos en Coyoacán, que es un barrio del DF que tiene aspecto de pueblo, y en este aspecto es donde radica su atractivo: encontrarse un pueblo o zona casi rural en mitad de una de las ciudades más grandes del mundo. También se caracteriza por su tianguis (que es lo mismo que decir mercadillo) y por tener la típica plaza mexicana con su iglesia y su... no me acuerdo del nombre, pero es una estructura metálica con techo donde pueden ponerse bandas a tocar, maldita mi mala memoria o desconocimiento. En esa plaza es donde Paola me insistió en buscar un sitio donde comer un chile que preparan con una salsa donde el ingrediente principal son granos de granada, y debido a esto es un plato de temporada (como ocurre aquí en España con las torrijas, los mantecados, el turrón y los roscones de reyes). También he de indicar que en ese momento es donde Paola empezó a cuidar demasiado de mí e iba todo el rato diciendo "¡Aguas!" para avisarme de que había un escalón o bache y que tuviera cuidado de no hacerme nada en la pierna.
Y tras la visita de Coyoacán, comer ese chile con granada y andar un poco más, nos encaminamos al departamento de Paola para echarnos una siesta. Después de ese descanso más que justificado, nos fuimos a tomar unas chelas (cervezas) a un lugar cercano al departamento de Paola.
A la mañana siguiente, sábado 28 de agosto (para que se sitúen temporalmente), fuimos a visitar el castillo de Chapultepec, que ahora sirve como recinto de exposiciones. Este castillo se ubica en lo alto de una pequeña colina dentro del Bosque de Chapultepec, que viene a ser como la Casa de Campo de Madrid pero ubicado en el centro de la ciudad, como el Central Park de Nueva York (que yo sólo conozco de las películas y de un juego de Spiderman de la ps2 que está ambientado en una muy bien recreada ciudad de Nueva York). Y así como la Casa de Campo, el Bosque de Chapultepec tiene su parque zoológico, su lago, su parque de atracciones y su parada de metro, además del ya mencionado castillo y otras atracciones tales como puestecillos tipo rastrillo donde venden gran variedad de cosas, ardillas (que hace mucho que no las veo por Madrid). También existe una zona donde los Voladores de Papantla hacen su espectáculo, pero en esta ocasión no los llegué a ver. Una vez que llegamos, a pie, a lo alto de al colina, estuvimos descansando en la entrada del castillo mientras escuchábamos con atención la interesante historia reciente de México narrada por un joven profesor de historia que llevaba a 4 o 5 de sus alumnos de excursión. A él le debo conocer a grandes rasgos dicha historia, que básicamente consiste en que Maximiliano de Francia gobierna y se subleva el pueblo desde 4 frentes, uno por cada punto cardinal, siendo los del este y oeste más "para los terratenientes" y los del norte y sur (Pancho Villa y Emiliano Zapata) más "para los trabajadores de la tierra". El caso es que al final se acaban matando los unos a los otros y creo que termina en el poder Benito Juarez (para más información acudir a otro sitio que no sea yo). La verdad que el tío se curró la explicación, haciendo que algo tan pesado como la historia fuera ameno. Además, la exposición trataba sobre la idependencia y la revolución mexicana, ya que el 15 de septiembre fue el bicentenario y centenario respectivamente de ambos eventos tan importantes para el país.

Un par de modelos posando. Al fondo el Bosque de Chapultepec y el "skyline" de la ciudad.

Fragmento de una pintura mural. Las pinturas murales abarcan una o más paredes enteras.

Después de visitar casi en su totalidad el castillo, comer en uno de los numerosos puestos del Bosque de Chapultepec y echarnos una merecida siesta en el departamento de Paola, fuimos por la tarde-noche a cenar fuera, con un par de amigos de Paola. Fuimos a un sitio donde ponían hamburguesas de carne de avestruz, pero al final me convencieron para comer carnaca en tacos e hincharme a chelas (uno es débil), pero estuvo bien, eso de conocer la gente y costumbres de otros lugares siempre resulta interesante.
El domingo íbamos a madrugar para ir a Tehotihuacán, y digo íbamos porque Paola no hacía más que pedir 10 minutos más una y otra vez, pero al final logró levantarse y prepararse para irnos de excursión. Yo le recomendé llevar calzado cómodo, porque sé cómo es Teotihuacán, estuve hace 3 años. Una vez en la entrada, sufrí cierta discriminación por ser inmigrante. El señor (o señora, no lo recuerdo) de la puerta preguntó que si éramos mexicanos, y mis dos acompañantes, Paola y su mamá, dijeron que sí, pero yo saqué mi orgullo español a relucir y dije que no, que yo era español. ¡¡¡ZAS!!! "Pues te toca pagar la entrada, los mexicanos entran gratis". Lo peor de todo es que a pesar de ser el único de los 3 que pagó entrada, de ser el único que no era de mexicano y que ni siquiera vivía en el DF, a sólo una hora en autobús de este centro arqueológico, fuí yo el que se encargo de guiar y explicar las cosas que veíamos a mis acompañantes. Lo bueno es que a pesar de lo que ha llovido desde que lo visité, me seguía acordando de lo que había en cada lugar. Por cierto, ahora que dije lo del autobús, para llegar a Teotihuacán me subí a uno en el que una mujer me cacheó, menos mal que era bajita, fea y llevaba dos kilos de maquillaje en la cara, si no me hubiera puesto algo nerviosillo.
Bueno, y como ya en su momento puse fotos y explicaciones del lugar (volver a mirar AQUÍ), pondré un par de fotillos brevemente explicadas:

Una araña (momento frikibiólogo), en la varandilla de una de las pirámides de la Ciudadela, que por cierto, en la Ciudadela es donde está la pirámide más antigua y mejor conservada.

Paola y su mamá. Ambas dos se metían conmigo, discriminándome aún más.

Al final no subimos a ninguna de las pirámides porque estaban atascadas de gente, es lo malo de ir un domingo, y también porque esa tarde a las 6 (si mal no recuerdo) había quedado para ver una obra de Teatro con Félix, que es un mexicano con el que estuve trabajando un mes en Granada. Es el típico mexicano que echa de menos el picante y si le das dos botes de salsa de chile habanero (el que más pica) se los come en un fin de semana echando salsa en un trozo de pan y todo para dentro. DOLOOOOOOOR. PICOOOOOOR. La verdad es que ya que estaba en el DF creía que era conveniente hacer el esfuerzo de verle, y mereció la pena. Estuvimos Paola, yo, Félix y su ¿esposa?, ¿novia? (ayer unas chicas del trabajo me crearon esta incertidumbrem porque yo creía que era su esposa). La obra de teatro me encantó, iba sobre la lucha entre campesinos y terratenientes, las diferencias sociales y alguna que otra cosa más. Después estuvimos tomando unas chelas y platicando. Y... no sé, no sé que más decir al respecto, simplement fue una tarde-noche tranquila y agradable.

Ya siendo lunes, y con la posibilidad de que los museos no abrieran, Paola decidió llevarme a ver el campus de la UNAM, la universidad más prestigiosa de iberoamérica, y cuyo campus central (Ciudad Universitaria, pero ciudad de verdad, con 5 líneas internas de autobuses) fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en el año 2007. Dicho campus se caracteriza por tener unos amplios espacios verdes y enormes pinturas murales adornando sus edificios, siendo algunas de ellas de Diego Rivera, esposo de la famosa artista Frida Kahlo. Aquí os dejo un par de fotos de los edificios o motivos que más me impactaron.

No sé qué edificio es, pero me gustó la pintura de la fachada.

Biblioteca Central.

Y no recuerdo en cual facultad entramos, pero Paola se encontró con su mejor amiga del cole, o del insti, vamos, de lo que en México llaman "la prepa". El caso es que debido a este encuentro casual y sin premeditación estuvimos tomando un café mientras platicábamos (o platicaban) de diferentes asuntos, pero sobre todo ellas se pusieron al día acerca de sus vidas. Así es mi visión de México, lugar donde encuentras a gente que no ves desde hace años, y si no me creen, ya lo mostraré en el próximo post. Después de visitar la Ciudad Universitaria fuimos a la Plaza de las Tres Culturas, donde existen restos de la cultura de Tenochtitlan (México pre-hispánico), de la cultura Española y de la cultura Moderna de México, como se puede apreciar en la siguiente instantánea sabiamente tomada.

Ruinas prehispánicas, la Catedral católica de Santiago y un edificio moderno. Lo suyo hubiera sido mostrar la Torre de Tlatelolco, pero no se podía mover de lugar para la foto.


Uno de los numerosos motivos de las ruinas de pirámides. En este caso un conejo.


También estuvimos viendo el edificio del Palacio de Bellas Artes, donde poco después yo había quedado con Erica, una de las chicas que me iban a recoger en el aeropuerto y que al final no pudo. Además de ver a Erica también pude conocer a su marido, ¡cómo se hacen mayores algunas!, y disfrutar de una amena plática con ambos acompañada de una refrescante cervecita.

Fachada del Palacio de Bellas Artes.

Y tras esta primera intensa etapa de mi viaje, durante la cual pude convivir con Paola y conocer las zonas más importantes del DF gracias a su compañía y dedicación, durante la cual me encontré con Félix, Erica y los respectivos maridos de ambos, durante la cual tuve la ocasión de conocer a la mamá de Paola y ella la de conocerme (Paola le habia hablado mucho, y espero que bien, de mí), tocaba proseguir mi viaje por otros parajes. Mi próximo objetivo era encontrarme con Ignacio, conocido mundialmente por su blog, www.ignacioizquierdo.com, y una persona a la cual curiosamente no veía desde antes de que me hubiera ido de estancia a México, es decir, más de 3 años. Para ello tenía que encontrarme con él en Guanajuato, y para aprovechar el día, tomé el autobús de medianoche que me dejaría en dicha ciudad a las 4 y media de la mañana. Y efectivamente me dejó a esa hora, tras 4 horas durmiendo en el autobús yo seguí con sueño, pero ningún hospedaje iba a estar abierto a esas horas, por lo que dormité como pude en la estación. Y justo cuando comenzaba a amanecer...

to be continued...

viernes, 24 de septiembre de 2010

VACIONES EN MÉXICO. 1ª PARTE: EL VIAJE

Aunque llevo desde el viernes, día de mi regreso a España y cumpleaños de mi madre, a base de arroz, tortilla, jamón york, pollo, yogur y... mucho líquido (tanto al entrar como al salir, y no por donde debería ser), voy a hacer el sobreesfuerzo de ¿resumir? mis vacaciones por tierras aztecas., lo cual puede que me lleve horas o incluso días, por eso de preparar y poner las fotos. Por cierto, para ser fiel a la verdad, el viernes forcé la máquina y comí tortilla española y acelgas rellenas y por la noche me hinché de carne, torreznos y demás manjares de origen animal. Y ahora comenzaré con mi historia.

PRE-VIAJE
Llevaba ya días, semanas e incluso algún mes desanimado y fustrado laboralmente, las PCRs se toman vacaciones y me dejan pringando en vano. Por otra parte, entre unas cosas y otras, durante el verano no pude ir a Cádiz a pasar un finde de relajación, a ver mi bar, a ver a mi gente y a descansar. Pero bueno, uno iba tirando hacia delante día a día sabiendo que cada vez quedaba poco para las vacaciones. Ya a mediados de agosto la gente regresaba de vaciones, pero había alguien que todavía no las había disfrutado...YO!!!
La misma semana de mi viaje (me fui un jueves), se convirtió en una semana de stress, porque tenía que comprarme una mochila, ya que la que mía tenía las cremalleras estalladas de tanto uso. También tenía que pensar qué llevar en dicha mochila, cuánto llevar de cada cosa, buscar el pasaporte, hacerme un seguro de viaje... y no sé cuantas más cosas. Bueno, sí, también tenía mis compromisos para con la familia, ya que mis padres estaban de visita por Granada. Pero al final todo salió, como siempre, dejándolo todo para casi el último momento (creo que la mochila la hice dos días antes, algo inédito en mi persona, ya que en alguna ocasión la he llegado a hacer el mismo día de partida por la mañana muy temprano).
Llegué a Madrid el miércoles 25 de agosto, con el tiempo justo para... buscar pesos (unidad monetaria de México), mi antiguo móvil mexicano (también llamado celular) y poca cosa más. Esa noche, además, tuve invitados, y estuve hasta las 4 de la madrugada atendiéndolos, por lo que dormí poco. Esto sumado a que el lunes y el martes también dormí poco, en el primer caso porque salí de bares, y en el segundo por cena familiar, provocaba en mi cuerpo un cúmulo de falta de horas de sueño. Por cierto, mis hermanos llevaban una semana solos en casa y se notaba, creo que se habían peleado con la fregona, el cepillo y toda esa gentuza y había restos de la pelea por toda la casa. No sé a día de hoy si fueron capaces de hacer las paces antes del regreso de mis padres a Madrid.

EL DÍA DEL VIAJE. (Jueves, 26 de Agosto)
El viaje, el desplazamiento desde el punto A (Torrejón de Ardoz) hasta el punto B (México DF). Por la mañana me levanté temprano para hacerme el seguro de viaje, sacar dinero del banco, comprar jamón serrano, robar una botella de vino y una porción de queso a mis padres, y dejarlo todo ordenado para el viaje. Dos horas antes de la hora de despegue, llegué al aeropuerto, llevado por mi hermano Migue, alias Dumboski, alias Murdok, alias Loco de la Colina. Os dejo lo que en principio iba a ser mi cuaderno-diario de viaje, pero que se quedó en mi hoja diario del comienzo. No sé en qué momento pensé que iba a ir escribiendo día a día en él.

Si le pincháis se verá un poco más grande y será más fácil de leer.

Como en el aeropuerto le dí mi móvil de España a mi hermano y como, pardo de mí, no me eché el cargador para el celular de México y éste tenía no toda la batería, decidir viajar sin saber la hora, ya que tampoco funcionaban las pantallas esas que te van diciendo por donde vuelas, a qué altura, qué tan frío se está fuera del avión, y cuanto queda de sufri... digo de viaje para llegar a tu destino. La verdad que gracias a no saber la hora, a llevar varios días durmiendo poco, varios días algo nervioso por el viaje, por tenerlo todo a punto y preparado, y no sé si una o dos películas, un capítulo de The Big Bang Theory (serie que recomiendo) en latino y no sé cuantas cosas más, el viaje se me hizo... iba a decir corto, pero mejor diré que no se me hizo muy pesado. Durante el viaje uno tiene tanto tiempo que también incluso piensa, sí, eso que a mucha gente parece costarle tanto y que suele ser de mucha utilidad. Y yo lo hice, pensaba en el tiempo que pasé tres años atras en México, en lo que me esperaba durante este viaje, en lo mucho que necesitaba estas vacaciones, en mi suerte (porque el asiento de al lado estaba vacío, lo cual me vino bien para dejar mis cosas). También pensé que yo había avisado a dos amigas para que me fueran a buscar al aeropuerto del DF, Paola y Erica, y que si no las encontraba o no me venían a buscar, no tenía ninguna forma de contactar con ellas de forma inmediata. Llegué a pensar que si no me encontraba a ninguna de las dos me iría a un hotel a llorar como una nenaza, ja ja ja. Durante los más de sesenta minutos que estuve esperando en la cola de la aduana para "no méxicanos" estos pensamientos se agravaron. Mi estado era lamentable, once horas de vuelo, mi cuerpo pensaba que eran las 2 de la madrugada pero en mi entorno inmediato eran las 7 de la tarde, tenía hambre, mucha hambre, porque en el avión la comida había sido escasa, muy escasa. Ya había pasado la parte de la aduana en la que te comprueban el pasaporte y te dan un papel de entrada al país que debes conservar hasta tu salida (del país). Tocaba ir a por la mochila facturada, que ya me esperaba, desesperada, pues llevaría casi una hora de espera. Una vez cargado con todo mi equipaje, tocaba enseñarle a un amable señor que mi jamón y queso era de origen no sospechoso de contener elementos que atenten contra la salud pública. Tras 14 horas de viaje llegó el momento de salir al exterior, a mi destino vacacional, a México. ¿Me estaría esperando alguien?


Como veo que esto (mi escritura) avanza lentamente, lo voy a sacar por fascículos. El próximo saldrá a la luz después de 5 comentarios.
Estimo que habrá otros 4 o 5 capítulos más.

jueves, 2 de septiembre de 2010

Joso vs. Místaco

Después de mucho tiempo retirado de los rings, durante el cual la falta de ejercicio le hizo engordar 10 kilos, vuelve a la acativida Joso, que de paso aprovecha para retomar este blog que estaba más seco que las momias de Guanajuato (que por cierto, algunas conservan vello púbico, y no es precisamente lo más agradable de ver después de comer).
Podría comentaros cómo me lo he pasado estos días por México, pero como el colgar fotos va a ser un proceso lento y costoso procedo a citar únicamente lo último que me ha ocurrido. Era una noche oscura (como todas, ya que hasta ahora por la noche no hace nada de sol) y dos personajes caminaban por San Miguel de Allende cuán Quijote y Sancho Panza en busca de hazañas. Los 3 tacos y el donut ingerido durante la tarde no fueron suficientes para aplacar el hambre de ambos individuos, por lo que decidieron aventurarse a ingerir tacos, muchos tacos. Tras caminar unos metros, en el número 116 de la calle Relox, donde un letrero indica que el edificio se vende y ningún letrero indica la existencia de una taquería, se deciden a asaltar dicho edificio en busca de viandas. Las amables camareras (madre e hija) disponen el ring para el primer asalto, 4 tacos y una cocacola para cada uno. Ganadores: Ignacio y Joso. Todo parecía ir bien, pero el público (o, para ser exactos, Ignacio) quería más, quería ver chicha. La camarera hija, una niña muy amable y educada, dispone el ring para el segundo round: 2 tacos con queso, esta vez más crujientes, más sabrosos y más grasientos que los anteriores. El púgil Ignacio, que ha logrado innumerables éxitos alrededor del mundo, acaba con sus dos contrincantes en un momento, sin darles opción a la retirada. El aspirante Joso, novato y en plena operación bikini (más vale tarde que nunca) con algo más de 100 kilos de peso, se enfrenta a la pareja de pringas (si mal no recuerdo el nombre, siendo una pringa un taco con queso). Joso abre la primera pringa. Gordo!!!, le responde ésta. Joso la adereza con cebolla, cilantro y algo de salsa picante. Joso acaba con ella, o él, o lo que sea. Pero aún queda la pringa de carne pastor. Rojiza, grasienta, pesada (me están dando arcadas sólo de pensarlo), con miles y miles de calorías esperando azotar al mediocre aspirante. Es tal el poderío de ese célebre taco que se le conoce como Místico (o Místaco). Joso lo abre. Lo adereza. Lo cierra. Lo muerde una vez. Místaco contraataca. Azota a Joso. Joso se tambalea. Pierde el equilibrio. Su pierna se resiente. Hace años sufrió un ataque en mitad de la selva y se resiente de las heridas. Pero Joso se recupera. Vuelve a atacar. Muerde. Mastica. Mastica. Mastica. Y traga. Místaco vuelve a la carga. Revolotea como una mariposa. Pica como una avispa. El plato se le queda pequeño. No para. Joso no lo ve. Y recibe otro azote. Pero no desite. Ignacio se rie de Joso. Igancio anima a Místaco. Joso se siente dolido. Ese dolor lo transforma en ira. Con esa ira cercena la vida de Místaco. Lo engulle. Mastica. Mastica. Mastica. Traga. Todo ha terminado. Joso gana. Pero las apariencias engañan. Joso está tocado. Su estómago no da basto. Unas calorías por aquí. Otras por allá. Un poco de grasa por otro lado. Los gases se acumulan. Joso ahora lucha con el espíritu de Místaco, un espíritu que puede tardar horas en desaparecer.

¿¿¿Logrará ganar Joso???

Próximamente en sus pantallas, la respuesta a esta inquietante pregunta.

Post patrocinado por la taquería que Jose abrirá dentro de unos años y que se quemará el primer día si matiene la idea original del Taco Joso (para más información consultarme o esperar unos días por este lugar)