lunes, 21 de mayo de 2007

Visita de mis progenitores (V). Tenacatita.

A mis padres le quedaba pocos días de vida (en México), y no quería que se fuesen sin ver algún arrecife de coral. Me aconsejaron ir a Tenacatita, en el estado vecino de Jalisco. Estuve un par de días sondeando cuánto se tarda en llegar, y de paso intentando encontrar a alguien que nos llevara, pero como se rajaron diciendo que se tardan 3 horas en llegar, tocó arriesgarse. Por la mañana temprano fuimos a rentar un coche, un Chevy, y nos dispusimos en nuestro empeño de llegar. Para evitar problemas debidos al desconocimiento de las normas de circulación mexicana, el conductor asignado fue un apuesto estudiante de Biología, de cuyo nombre no me acuerdo. Esas 3 horqas de camino fueron mentira, sólo tardamos 2, y eso que hicimos una parada y que nos equivocamos en un punto y tuvimos que darnos la vuelta.


Al llegar Tenacatita, o mejor dicho, a la playa no turística de Tenacatita, donde se encuentra el arrecife, quedamos contentos del lugar. No había apenas gente, el mar estaba claro, aunque algo fuerte, y donde estábamos era un pequeño istmo con playas a ambos lados. Tanteamos la playa de la derecha, donde un pelícano con el ala defectuosa nos dio la bienvenida (mi madre se asustó cuando la intentó picotear, le pasa por acercarse demasiado); pero el oleaje era tan fuerte que las chinas (o piedritas) de la playa te golpeaban por doquier con cada ola. Tras esto fuimos a la playa izquierda, donde nos esperaba el arrecife. Disponíamos de 2 visores con snorkel, y una cámara fotográfica sumergible, y un par de zapatillas específicas para andar por arrecifes. Tras las primeras dificultades (terreno lleno de salientes, dificultad de respirar con el snorkel por falta de práctica, empañamiento de visores…) logramos adaptarnos al medio y disfrutar del arrecife y la comunidad que lo acompaña (sobretodo peces).
Yo no pude resistirme a estar algo más de 10 minutos (que se me hicieron cortos) haciendo fotos al arrecife y a los peces que lo acompañaban, y eso que todavía no he contestado la oferta que National Geographic me hizo.
Tras este exhausto baño, y con un agujero en el estómago, nos fuimos a la playa turística, en busca de algún sitio para comer. A los 3 nos llamó la atención un restaurante llamado “Fiesta mexicana”, y allí fuimos de cabeza. La comida, simplemente impresionante, deliciosa; estuvo compuesta de un cóctel de camarones (ACLARACIÓN: aquí los camarones son langostinos), una orden de ceviche, unas quesadillas, de camarones rebozados (exquisitos) y del plato especial de la casa: filete de pescado rebozado y relleno de camarón, pulpo y aguacate (si mal no recuerdo). Y para no tener cortes de digestión, mi madre y yo nos fuimos corriendo a remojarnos en el mar (a menos de 50 metros de nuestra mesa).


Después nos fuimos los 3 a andar por la playa, y en el transcurso de este paseo mi vena National Geographic resurgió de nuevo, siendo mi presa esta vez la olas, y poco después los pelícanos de la zona. Mi mejor foto me costó un buen encontronazo con una ola, pero valió la pena.


Y tras el paseo y un baño de despedida, nos dispusimos a volver a casa, pero parando antes en el pueblo de Barra de Navidad. Allí tuvimos la suerte de disfrutar del espectáculo que puede brindar un gran banco de peces cercano a la playa y siendo asediado por cientos y cientos de aves (pelícanos y… ¿pagazas? ¿fumareles?, no los llegué a identificar, aunque se debió a mis lagunas en este campo). Lástima que no tuviera la cámara en ese momento, porque me la dejé en el coche, pero en nuestros cerebros esa imagen tardará en borrarse. También fuimos testigos de la ignorancia: una chica, de muy buen ver, se dedicaba a “salvar” a los pececillos que quedaban atorados en la arena de la playa con cada ola, exclamando (la chica) “Oh my god!”. La muy ignorante no era consciente de que con cada ola volverían a salir, y que los que salían servían de alimento para algunos pájaros que merodeaban por allá, sobre todo sanates. En resumidas cuentas, no estaba salvando vidas de peces, estaba haciendo el imbécil(desde mi punto de vista).

Pues poco más hay que contar de esta visita al arrecife de Tenacatita, a sus playas cercanas y a Barra de Navidad. Espero que las fotos sean de vuestro agrado.

6 comentarios:

Ignacio dijo...

Increible la playa, los peces, los pelícanos, todo...

Me encanta la foto de los pelicanos volando sobre la ola que se rompe. Genial! :)

Ignacio dijo...

Por cierto, con todo el ánimo de ser desagradable: Donde están la visita de tus progenitores III y IV? :P

(molesto? molesto? molestooooo?)

José Francisco dijo...

No eres desagradable, las partes III y IV todavía no las he redactado, pero como ya tenía hecha esta quinta y penúltima parte, pues la he publicado. Es decir, que en pocas semanas tendréis las partes III, IV y VI de la visita de mis progenitores.

Veo que siempre hay algún listillo que se da cuenta de las cosas.

Ja ja ja.

Ignacio dijo...

Esto es como Pulp fiction!!! Desordenado en el tiempo. Ahora bien, advierto: Si nos da un esguince cerebral entre esto y los nombres que vas usando, que sepas que es culpa tuya!!! jejeje

Mari Yoli dijo...

Hola... pues aqui una mexicana, voy a Tenacatita y buscando en google encontré tu blog... ya muero de ganas de ir. Espero tu sigas teniendo la oportunidad de conocer este pais tan hermoso muy a pesar de nuestro gobierno...
Saludos desde la ciudad de México.

M.Y.

Anónimo dijo...

Hola Maria Yolanda, pues buena elección la tuya al ir a Tenacatita, y no olvides llevar visor y snorkel para disfrutar del arrecife. Por cierto, el arrecife está en una playa al otro lado de la playa turística, detrás de una loma.

Saludos desde Madrid.