lunes, 16 de abril de 2007

Vacaciones por el centro del país (I).


El miércoles día 4, comenzó la segunda etapa de mis vacaciones de Semana Santa, que por aquí duran 2 semanas. Nuestro autobús a México DF salía a las 8 y media de la noche, y tardaba 11 horas en completar su trayecto. Yo me presenté una hora antes de lo previsto en la estación por 2 causas: no me fio mucho de los caminones y en la central camionera hay una máquina de videojuegos que casi me causó la pérdida de un autobús en otra ocasión. Cuando llegué a la pinche máquina habían cambiado el videojuego al que yo pretendía jugar un ratito (Bomberman). Así que esperé pacientemente a mi acompañante y al autobús. Mi acompañante, Noemí, también era la que me iba a ceder alojamiento y comida en casa de sus familiares. Una vez en el autobús, tuve la mala suerte de que mis auriculares no funcionaban, por lo que no pude escuchar ni la tele ni la radio. También, pardo de mí, se me olvidó la sudadera en la mochila, pero menos mal que Noemí me dejó una para combatir el frío generado por el aire acondicionado. Tras 11 horas, la mayoría de las cuales me pasé durmiendo, llegamos a México DF, donde nos esperaban la tía de Noemí, Elena, y un amigo, Juan Carlos. Teóricamente a Emiliano Zapata, nuestra ciudad destino, solo se tarda una hora u hora y media, pero era puente, y si a esto le sumamos que el conductor (Juan Carlos) se equivocó y tuvo que retroceder un trecho que nos llevó 2 horas en hacer (la primera vez, la segunda fueron 3), pues resulta que tardamos 8 horas en llegar a E. Zapata. Menos mal que antes de llegar hicimos una parada para evacuar orina, porque yo llevaba unas 16 horas sin mear, y no aguantaba mucho más. Tras llegar a la casa y ser presentado a los familiares, dedicamos la tarde a descansar frente a la tele, y poco más.

A la mañana siguiente, tras desayunar y soportar que 2 de las tías de Noemí se ofrecieran para plancharme mi playera, a lo cual me negué diciendo que llevaba casi 3 meses sin planchar (es cierto, pero no plancho por perrería), nos fuimos al cine. Estuve viendo “300” en versión original, pero subtitulada, y luego nos dimos una vuelta por el centro comercial y por el centro de la ciudad de Cuernavaca, donde se encuentra la casa de Hernán Cortés, personaje no muy admirado por la mayoría de los mexicanos. La visita a la casa-museo de Hernán Cortés se pospuso hasta el domingo, por razones económicas.
Al día siguiente, sábado, fuimos a visitar el centro arqueológico de Xochicalco, donde Elena había ido en varias ocasiones pero nunca había llegado a ver esto, que viene a ser la pirámide más representativa del lugar, llamada “Templo de la Serpiente Emplumada”




También tuve la oportunidad de ver 3 canchas del juego de pelota, y una de ellas con los aros todavía situados en su lugar original.





Lo que más me impactó de este lugar fue una pequeña cueva artificial, donde los sacerdotes predecían las épocas de lluvia ayudados de un agujero en el techo que permitía la entrada de la luz directa del sol sólo durante los 52 días previos y posteriores al solsticio de verano (el 21 de Junio). Desgraciadamente, yo fui fuera de ese periodo, por lo que no llegué a ver el rayo de luz dentro de la cueva. Según dicen, a las 12 del mediodía del 21 de junio el sol entra de forma paralela al orificio, y casi perpendicular al piso (el tubo-orificio de entrada tiene una inclinación de 4º, para obtener los resultados idóneos. En esta fecha toda la cueva se ilumina durante unos 50 minutos; supongo que en esas fechas habrá ostias por entrar.

El domingo por la mañana me cogió por banda un tal Jose María García, tío de Noemí, y como le gusta poco hablar (dice ser orador) me estuvo hablando toda la mañana de la historia de su país y me mostró su colección particular de figuras prehispánicas. He de decir que la colección era impresionante, con muñecos de barro, vasijas, cuencos… Según me contó las va a donar al pueblo para montar un museo. Tiene piezas por las que algún que otro gringo le ha ofrecido interesantes sumas de dinero, pero se negó a venderlas. Tras deshacerme de él educadamente, nos fuimos a vistar la casa de mi compatriota, Hernán Cortés. He de decir que el muy cabrón destruyó un templo ceremonial para hacer su casa encima, y aún se puede observar las escalinatas de la base de dicho templo. Esto de destruir templos de civilizaciones prehispánicas para construir encima casas o iglesias fue algo muy común por todo América. Bueno, en el museo de Cortés habían piezas que recorrían toda la historia de México, incluyendo el levantamiento del pueblo provocado por Emiliano Zapata. EMILIANO ZAPATA

Por la noche, tras ofrecerme una gran cantidad de monedas antiguas y algún que otro billete antiguo, fuimos a comer los tacos más famosos del pueblo. Antes, aclaro que me dieron algo así como 3000 pesos en monedas y billetes antiguos porque hubo un presidente (de cuyo nombre no me acuerdo) que nada más tomar su puesto provocó una devaluación de la moneda, y las antiguas monedas de peso se cambiaban por las nuevas en una proporción de 1000:1 (das mil pesos, y te devuelven 1); no quiero ni imaginar lo que provocó dicha situación. Poco después ví que estas monedas antiguas las puedes vender al peso (peso en kilos, no en moneda nacional) en tiendas especializadas en monedas y billetes antiguos. Prosigo con los tacos, se supone que abren a las 22:30 o 23:00, nosotros fuimos los primeros en llegar, pero la doña tenía un encargo (o varios) que sumaban 60 tacos, y tras hacer esto (en algo más de una hora) nos preparó a nosotros los nuestro (20, para 5 personas). La neta es que estaban buenos, pero a alguno de mis acompañantes mexicanos les sentó mal a la mañana siguiente (¡que flojos!).
A la mañana siguiente se inició mi periplo en solitario por tierras aztecas, debido a la baja disposición económica, o por razones laborales o cualquiera otra, nadie quería ir a ver los lugares más significativos de la cultura Azteca y Tolteca, por lo que yo, ni corto ni perezoso, me fui solo a la aventura. Me advirtieron seriamente que tuviera mucho cuidado en el DF, sobre todo en el metro, que tomara un taxi antes que el metro. Hice caso omiso, fui por el metro y no pasó nada, creo que exageran un poco. Dediqué una tarde a vagar por el centro de la ciudad, en busca de hotel, y luego simplemente por conocer un poco la zona, sus comercios y sus singularidades. En una de las calles me pareció ver a un conocido showman español, pero no recuerdo su nombre, solo recuerdo que cantaba “viaja con nosotros, a mil y un lugar…”, creo que sí era él, pero me dio reparo decirle algo.

He de decir que me sorprendió ver que en el metro, al moverse, se ve publicidad en el exterior que se mueve como si fuera una sucesión rápida de imágenes, pero realmente es una sucesión rápida de líneas iluminadas que dan lugar a la imagen, líneas verticales de no más de medio centímetro de grosor. También choca que incluso en los autobuses haya gente que se dedique a vender refrescos, aperitivos e incluso niños vendiendo melones. También se suben a veces cantantes con sus guitarras.

A la mañana siguiente fui a visitar Teotihuacan, el mayor núcleo urbano de la cultura azteca que permanece en pie a día de hoy. Pero como ahora no dispongo de tiempo y energías para relatarlo, os dejaré un par de imágenes y mañana prosigo.
Pirámide del Sol

Visión panorámica de la ciudadela, con su pirámide principal en el centro.


1 comentario:

Anónimo dijo...

Pues Teotihuacán no es azteca, pero se ve que aprendiste mucho de todos modos.